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Lugar: Buenos Aires, Argentina

Dedicado a los luchadores en la guerra civil española y en la postguerra en defensa de un mundo mejor, aquellos que defendieron un gobierno legítimamente constituído. A través de estos tres blog difundiré testimonios que forman parte de nuestra memoria histórica, escritos sobre los derechos humanos en la Argentina , en España, en Latinoamericana, experiencias del exilio y sobre todo aquello en lo que pueda ayudar a través de la palabra escrita en pos de luchar contra el silencio y el olvido que se cierne sobre la sociedad española de hoy. autorizaron a su publicación. Inés García Holgado

lunes, 4 de octubre de 2010

Augusto Garrido descansa en Gamonal

Fue uno de los represaliados tras la Guerra Civil y falleció en 1943 en la prisión del Fuerte de San Cristóbal de Pamplona. Su familia ha tardado más de medio siglo en enterrar sus restos junto a los de su mujer

PeñaLola Morán
Vuelve a Gamonal, después de 71 años de ausencia. Con estas palabras cerraba ayer su intervención en el cementerio de Gamonal Félix Fernández Garrido, nieto de Augusto Garrido Soriano, un pastor gamonino que halló la muerte en 1943 en la prisión del Fuerte de San Cristóbal, en Pamplona, su último destino después de ser apresado en su casa al término de la Guerra Civil por su condición de republicano.
Sus restos llegaban ayer hasta Gamonal para ser inhumados junto a los de su mujer, que murió siete años después que él, y también acompañados de la bandera republicana que le costó la cárcel. «Mi abuelo era un republicano convencido, era comunista, era secretario local en Gamonal del PC y fue a la Guerra para defender sus ideales», señalaba su nieto, quien dijo que por ello recibió la condena máxima: 30 años por adhesión a la rebelión militar.
«Murió en una prisión sanatorio que no era tal cosa», denuncia su nieto, quien sostiene que, por las condiciones de esta cárcel, al trasladar allí a su abuelo desde un sanatorio de Valencia donde estuvo previamente «fueron a darle la puntilla». Técnicamente, las causas de la muerte fueron una anoxémia tuberculosis pulmonar, aunque desde IU lo consideran un asesinato más del franquismo.
Las hijas de Augusto Garrido, Manuela y Sagrario Garrido Varela, esperaban ayer en casa la llegada de los restos de su padre, para poder darles sepultura junto a su madre. «Lo pasamos mal el día que sacamos los restos pero estamos contentísimos de que hoy mi padre esté con nosotros, porque cuando mi padre se murió yo tenía seis años y en mi casa no había más que lágrimas», recuerda la hija más joven.
Mientras esperan, muestran a quienes les acompañan en ese momento fotografías de su padre, su petaca, el monedero con el dinero que portaba, y cartas que les envió desde prisión, muchas de ellas felicitaciones de cumpleaños en forma de poesía para sus dos hijas. Entre ellas está la última que escribió antes de morir, fechada un 31 de julio de 1943, y en ella daba signos ya de su enfermedad. La muerte le aguardaba el 5 de noviembre de ese mismo año.

un final muy buscado. La jornada de ayer era un «motivo de alegría y de tristeza, pero sobre todo de haber cumplido algo que mi madre y mi tía venían buscando desde hace más de 50 años, que el abuelo venga a descansar donde debía haber estado hace muchos años», comentaba el nieto de Garrido.
Es el desenlace de un proceso que se inició en 2006 con una llamada a Manuela Garrido desde Bilbao, en la que le informaban que habían aparecido los restos de su padre, cuando la familia los daba por perdidos, enterrados en una fosa común en Pamplona. Los trabajos de las Sociedades Txinparta y Aranzadi para encontrar el cementerio de esta prisión han permitido que «después de cuatro años de espera y de trabajos difíciles para encontrar el cementerio, sacar todas las tumbas e identificarlas» llegaran ayer los restos al camposanto gamonino.
En el cementerio estuvieron también ayer representantes de IU y del PCE, así como el presidente del Foro por la Memoria de Toledo, Emilio Sales, quien decía que este acto servía para «conocer más profundamente lo que pasó», y aludió al número de presos que estuvieron en el Fuerte de San Cristóbal, muchos de ellos castellano-manchegos y de la provincia de Toledo.
Augusto Garrido estaba enterrado en el conocido como ‘cementerio de las botellas’, ya que cada vez que enterraban allí a alguien lo hacían acompañando los restos de una botella con el nombre del fallecido en el interior. En el caso concreto de Garrido, el papel ya no se encontraba en el interior, pero el enterramiento estaba perfectamente detallado y fue posible la identificación sin realizar las pruebas de ADN, precisa Sales.
Sus restos llegaron ayer hasta su casa en una caja que fue cubierta con una bandera con los colores rojo, amarillo y morado. Con ella fue enterrado después de un acto donde la familia estuvo arropada por un centenar de vecinos, que pudieron escuchar el testimonio de su nieto, emocionado por poder asistir a este día, y de Sales. A la una de la tarde, después de 67 años enterrados en Pamplona, los restos de Augusto Garrido reposaban ya con su esposa en el cementerio de la localidad de la cual fue obligado a marchar.

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